El tiempo siguió pasando y tras haber superado enfermedades que traía y una mala alimentación que lo debilitaba, Borreguito cada día se sentía mejor y más fuerte.
Un día, de repente, al entrar en una habitación, se dio cuenta que había otro perro. Pero era muy extraño porque ese perro hacía todo lo que él hacía. Esto lo molestó un poco…¿Por qué lo estaban imitando?
Decidió ladrarle para mostrarle quién era el jefe aquí pero el perro solamente siguió imitándolo en silencio. Por cierto, era un perro bien parecido, esbelto pero con hermosos ojos cafés y un color extraño…entre crema y durazno. Su cola se movía alegremente y curiosamente cada vez que se acercaba a verlo él también lo hacía… ¡hmmm!
¿Acaso sería porque…se trataba sólo de su reflejo en el espejo?
¡Ciertamente, este perro se veía tan feliz como nuestro Borreguito!
FIN
Atras