Cuando todo parecía perdido, llegó el alma piadosa que el perrito necesitaba y lo llevó consigo. Era una mujer que lo cuidaría temporalmente, mientras podía entregarlo a una familia que lo quisiera.
Así, este perrito feito y maloliente se fue a vivir a una casa grande donde habían otros tantos perros que como el necesitaban un hogar. Su cama siguió estando rodeada de rejas pero al menos durante el día podía salir y correr y respirar aire puro.
¡Ah, qué hermoso era sentirse libre!.
Pero los meses fueron pasando y su vida se volvió monótona otra vez. Cada cierto tiempo lo llevaban en una jaula y lo tenían ahí por horas. La gente lo miraba pero al ver lo feito que estaba terminaban ignorándolo, escogiendo a los perritos más bonitos y bien cuidados. El perrito feo se esforzaba, incluso respondía al nombre que le habían dado para que vieran qué inteligente era pero nada…todos se pasaban de largo.
Así, “Wizard” que era como lo llamaban) se dio cuenta que nadie le hacía caso y eso lo ponía muy triste. Ahora, cada vez que lo llevaban en la jaula prefería dormir, para no enterarse de lo que pasaba alrededor.