LA ABEJITA QUE NO QUERIA AYUDAR (Segunda Parte)

adita
Fue hasta que llegaron que descubrieron de que se trataba: era el ruido que producían todas las abejas obreras que trabajaban incesantemente produciendo miel. Uno a uno recorrieron los departamentos del Gran Panal y todo iba muy bien hasta que llegaron a uno donde Adita vio un rostro conocido: se trataba de su mama, que estaba muy apurada y concentrada en su trabajo. Se veía cansada pero aun así realizaba su labor con gusto.

Adita sintió un calor recorrerle el cuerpo hasta llegarle al rostro; se imagino toda roja de vergüenza al ver que su madre trabajaba tanto para darle las cosas que tanto le gustaban. Y ahí estaba ella –Adita- no queriendo ayudarla ni siquiera tantito en recoger sus juguetes.

Por primera vez comprendió que si ayudaba un poco su mama al menos descansaría un poco más. En ese momento Adita decidió cambiar. Se apresuró con sus amigos a salir del Gran Panal y voló presurosa hacia su casita. ¡Sentía prisa por llegar!

Una vez que estuvo en casa, miró a su alrededor y vió juguetes desparramados por el piso, sobre los sillones y en la mesa. Ese día Adita había decidido cambiar y rápidamente recogió sus juguetes, sintiendo una gran emoción porque sabía que su mama se pondría feliz al ver su casa más limpia. Y así fue.

sala Cuando su madre regresó del trabajo encontró una casa mas limpia, una Adita más cariñosa y desde ese día en adelante Adita supo que ya no era la misma. Ahora era una abejita más trabajadora, más abeja que nunca. ¡Colorín colorado, este cuento se ha acabado!

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